METODOLOGÍA The flipped classroom


El nombre viene de que el movimiento básico que promueve esta metodología consiste en sacar la teoría de la clase para ocuparla con la realización de los ejercicios, es decir, lo contrario a lo que hacemos en una clase tradicional.

De esta forma, el profesor le puede dedicar más tiempo a resolver dudas y a guiar a los estudiantes por las aplicaciones prácticas de los contenidos. Consiste en una repartición novedosa de las responsabilidades del aprendizaje, que recaen más claramente en quien aprende. El estudiante es el agente más activo no sólo en lo que toca a obligaciones, sino también a derechos. Él elige el ritmo, el momento y el modo en que realiza el aprendizaje. Eso nos deja a los profesores con un papel de guías o asistentes de ese proceso que ellos están llevando a cabo.



Aunque hay cierta confusión sobre ello, me parece muy difícil conseguir una clase inversa que funcione sin una implicación mayor del profesorado, tanto en tiempo como en concentración. Es una metodología más exigente para todos los involucrados.

Nos pueden ayudar, no obstante, algunas tecnologías y, cuando se habla de flipped classroom, la reina suele ser la grabación de vídeo porque nos permite cierta personalización de esa parte teórica que estamos sacando del aula. Lo típico es grabar las explicaciones de modo que el alumnado pueda estudiarlas cuando y cuantas veces quiera. Esa es la conexión con la Khan Academy y las universidades online. También el uso intensivo de plataformas de docencia en red permiten compartir los materiales e incluso continuar las discusiones iniciadas en la clase.



Como la clave está en traer la práctica al aula, el abanico de las tecnologías que utilicemos en ella dependerá inevitablemente de la materia que se trate. Sin embargo, no debemos olvidar que nos tienen que ayudar a conseguir que:

1. Los estudiantes sean quienes lleven el peso de la clase, dirigiendo ellos los debates y las prácticas con nuestra guía.

2. Los estudiantes se vean animados a introducir en el aula elementos encontrados fuera de ella y de nuestros materiales, de modo que realicen una búsqueda activa de las soluciones a los problemas que les planteamos.

3. Los ejercicios sean lo más realistas posible. Eso no sólo les facilitará aplicar en el futuro los conocimiento adquiridos, sino que también aumentará el interés que tengan en ellos.

4. Favorezca el aprendizaje colaborativo entre el alumnado. Trabajos en equipo con los papeles de cada uno bien definidos pueden ayudar a conseguirlo.

5. Permita a los estudiantes hacerse y hacernos preguntas que vayan más allá de lo establecido inicialmente en el currículum.

6. Hemos visto que el origen del método está en el mundo anglosajón, por lo que no nos extrañará que se suela comentar como elemento positivo de la clase inversa cierto ingrediente de competición sana entre los estudiantes. En cualquier caso, puede ser una herramienta de motivación más siempre con cuidado de que no surta el efecto contrario sobre parte de la clase.

Podemos resumir estos seis objetivos que he destacado en la idea de que el estudiante desarrolle su aprendizaje desde el pensamiento crítico y enfrentándose a problemas complejos. Aún estamos descubriendo consecuencias positivas surgidas de un plantemiento así, como la que nos cuenta Katie Gimbar, que vio un cambio radical en su clase siguiendo estas ideas:

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